domingo, 20 de febrero de 2011

MORIR DE SED RODEADOS DE AGUA

Imagina que eres un náufrago, llevas a la deriva durante días y las reservas de agua que almacenaste se están acabando... Pues estás perdido como no te encuentre un barco pronto.

El organismo humano se descompone rápidamente si se ve privado de agua.

A los pocos días desaparecen los labios (como si los hubiesen amputado), las encías se ennegrecen, la nariz se arruga y se reduce a la mitad de su tamaño y la piel se contrae tanto en torno a los ojos que incluso impide el parpadeo.

Pero, estás rodeado de agua...

¿Deberías probar a beber agua de mar?

Necesitamos sal para vivir, pero sólo en cantidades mínimas, y el agua de mar contiene mucha más de la que podemos metabolizar sin problema (unas setenta veces más).

Un litro típico de agua de mar contendrá sólo aproximadamente dos cucharaditas y media de sal común (de la que empleamos en la comida), pero posee cantidades mucho mayores de otros elementos y compuestos de otros sólidos disueltos que se denominan colectivamente sales.

Las proporciones de estas sales y minerales en nuestros tejidos, son asombrosamente similares a las del agua del mar, Lynn Margulis y Carl Sagan decían que lloramos agua de mar, pero curiosamente, no podemos tolerarla como un aporte.

Si introduces un montón de sal en el organismo, el metabolismo entrará en crisis enseguida.

Las moléculas de agua de cada célula se lanzarán como otros tantos bomberos voluntarios a intentar diluir y expulsar la súbita afluencia de sal. Eso deja las células peligrosamente escasas del agua que necesitan para sus funciones normales. Se quedan, en una palabra, deshidratadas.

La deshidratación producirá en situaciones extremas colapsos, desmayos y lesión cerebral.

Mientras tanto, las células de la sangre, sobrecargadas de trabajo, transportarán la sal hasta los riñones, que acabarán desbordados y dejarán de funcionar. Al dejar de funcionar los riñones, te mueres.
Por eso como naufrago... no deberías probar ni una gota de agua salada.

De "Breve Historia de la Ciencia" de Bill Bryson

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